Qué tan microagresiva es tu empresa

Mientras que nuestra sociedad evoluciona hacia un mundo en donde los jefes son respetuosos y las empresas promueven ambientes laborales sanos, las agresiones en el trabajo se vuelven poco a poco, menos comunes. Es fácil identificar agresiones obvias, pero es algo difícil darse cuenta de las muestras sutiles de discriminación, sobretodo en ambientes complejos como el del trabajo, donde existen dinámicas de poder y jerarquías. En este artículo hablaremos sobre las microagresiones, cómo afectan a tu empresa y cómo identificarlas. 

Qué es una microagresión

Una microagresión se define como cualquier tipo de comentario, acción o incidente, que sea indirecto, sutil e incluso no intencional que discrimine a una persona. Comunmente se da hacia personas de grupos marginados. 

El problema con las microagresiones es que provienen de raíces profundas de discriminación que a veces no notamos. Estos pueden ser por género, etnia, educación, discapacidades, orientación sexual, edad, etc. Acumuladas, las microagresiones pueden tener un impacto muy fuerte en la salud mental. En una empresa que permite microagresiones entre sus colaboradores, podremos encontrarnos con más problemas como estrés y depresión, falta de motivación y compromiso, y mucha menos satisfacción laboral. 

Cómo identificarlas

A medida que ampliamos nuestros conocimientos con respecto a las microagresiones, aumentamos nuestra capacidad para identificarlas y combatirlas en los ambientes de trabajo. Algunos ejemplos de microagresiones son los siguientes: 

  • Burlarse de un hombre y llamarlo “nena” al hacer algo que se considera “débil”. 
  • Decirle a alguien con un nombre extranjero, que su nombre es muy difícil de pronunciar. 
  • Interrumpir a personas mientras hablan (Los hombres tienen casi tres veces más probabilidades de interrumpir a una mujer en vez de a otro hombre). 
  • Decirle a alguien que se ve muy delgado y deberías comer más, o que engordó y debería hacer ejercicio. 

Como abordarlas 

Para evitar que se den estos casos, es necesario crear consciencia en tu organización, con respecto a estos temas. Pon el ejemplo, generando un ambiente de respeto y cuidando la forma en que tratas a los demás, y pide a los demás que hagan lo mismo. No dudes en aplicar consecuencias a aquellas personas que se rehusen a cambiar actitudes agresivas. 

Si se vuelve a dar el caso de una microagresión, es importante que se resuelva de forma respetuosa. Promueve un clima en donde las personas puedan expresar si se sintieron agredidas y que aquellos que hayan cometido la agresión, lo tomen como una oportunidad de crecimiento en lugar de una crítica a su persona. 

Cuando se trata de comunidades marginadas, es posible que no sientan la capacidad de poder decir lo que les haya molestado, por lo que puedes ofrecer formas anónimas de presentar quejas y sugerencias. 

Y por último, no dudes en aplicar políticas nuevas en la empresa que ayuden a crear ambientes más inclusivos. Después de todo, las acciones dicen más que mil palabras. 

Las microagresiones podrán parecer bromas pero finalmente son faltas de respeto y muestras de inequidad. Para bien o para mal, requieren de mucho compromiso individual para ser eliminadas. Pero como organización, siempre se puede trabajar en ello para crear ambientes seguros e inclusivos para todos.